jueves, 12 de noviembre de 2009
Otro muro no será alzado
El 13 de agosto de 1961 tuvo lugar uno de los hechos más repugnantes de la historia del siglo XX. Las fuerzas comunistas de ocupación de Alemania levantaron una infame barrera artificial que venía a ahondar más en la humillación que el pueblo alemán soportaba desde la invasión y posterior ocupación de 1945. El llamado oficialmente “Muro de protección antifascista” por sus constructores y “Muro de la Vergüenza” por la opinión general tenia 166 kilómetros de largo, con una altura de 4 metros, estaba electrificado y lleno de minas y custodiado por 5.000 alemanes movilizados forzosamente que no dudaban en intentar escapar a la mínima posibilidad junto a 10.000 policías y soldados comunistas, miles de ellos venidos directamente de la URRS, que no dudaron en matar impunemente a más de 300 alemanes que intentaban escapar del infierno comunista, por más que la realidad de la Alemania ocupada por el capitalismo internacional (la occidental) solo fuese formalmente mejor. La infamia de la separación y segregación de las familias y del propio pueblo en tan corto espacio no tenia precedentes, aunque fue una táctica luego seguida por Israel respecto de los territorios palestinos. Para su construcción se forzaron a 5.000 obreros, en condiciones de trabajo infrahumanas, sin la más mínima protección ni higiene. Cientos murieron en las labores de construcción y más de 400 consiguieron escapar al lado occidental. En el lado occidental donde los ocupantes también limitaban considerablemente la libertad de expresión del pueblo alemán reaccionó con multitudinarias manifestaciones y protestas. El 16 de agosto más de 500.000 berlineses occidentales se manifestaron contra el muro comunista y pidiendo la libertad de Alemania, pese al intento de las policías francesa y británica por impedir la manifestación. Las fuerzas de ocupación de la Alemania occidental permitieron a los comunistas elevar el muro de la vergüenza. Solo con el transcurso de los años usarían propagandísticamente el tema del muro, aunque con el propósito último de asegurar su control sobre la parte de Alemania que ocupaban.
El éxodo de alemanes del lado ocupado por el comunismo fue continúo. Berlín oriental se convirtió en una enorme cárcel en la que sus ciudadanos estaban sometidos al adoctrinamiento comunista, ausentes de cualquier política social de calidad, carecían de cualquier tipo de elemental propiedad y la disidencia se castigaba con la muerte. El paulatino debilitamiento del bloque comunista hizo que Hungría y Polonia facilitasen el trayecto de los alemanes de la parte oriental, que realizaban un largo trayecto para pasar a la parte occidental. La utopía comunista de separar brutalmente a Alemania mediante el “muro antifascista” llegó a su fin el 9 de noviembre de 1989, cuando presionado por el pueblo berlines de ambas partes derribó el muro después de una continua oleada de manifestaciones en su contra el gobierno de ocupación comunista accedió a permitir el paso a la parte occidental previa identificación. Pero las previsiones fueron desbordadas, decenas de miles de alemanes de ambos lados se agolparon en torno a los controles para reencontrarse con viejos amigos y familiares. Otros nunca habían podido pisar aquella parte de su común nación, pero el impulso de la tierra les llevó a movilizarse. Finalmente las autoridades no pudieron hacer nada para impedir que el pueblo berlines derribase el muro entre esa noche y los días posteriores. Una noche histórica que representó un triunfo frente a la tiranía comunista y antifascista (y al capitalismo internacional que permitió que se alzara dicho muro), pero que aún dejaba pendientes de resolver los daños ocasionados a Alemania por la ocupación de los aliados.
Se cumplen ahora veinte años de la caída del “muro antifascista”. Sin duda la Historia cambió mucho ese día. Pero los hay que se empeñan en repetirla. Empezando por la mentalidad “antifascista” que inspira a derechas e izquierdas. Ese antifascismo que levantó el muro de Berlín, lejos de ser una oposición a un régimen político concreto o a unas doctrinas concretas es una obsesión contra una serie de valores hoy en día proscritos y perseguidos. La defensa del hogar, de la familia, la tierra, la sangre, la historia, la tradición, de todo lo bueno, lo bello, lo sano, lo natural son principios¡ continuamente atacados y puestos en entredicho por el impuesto pensamiento débil dominante. Versión extrema de estos ataques son las bandas de marginales criminales incultos adoctrinados en la decadencia y que pretenden llevar hasta las últimas consecuencias las consignas de destrucción de la mentalidad antifascista. Por eso en estos veinte años sin muro nos encontraremos con la paradoja (una más) de que a pesar de que en España, en
Alemania y en toda Europa se conmemore oficialmente con todos los medios dicha efemérides al mismo tiempo se defenestre a los que con más valor y resolución combatieron y lucharon contra la bestia que erigió el muro. Al tiempo que a las tiranías comunistas (y antifascistas, claro) de Cuba, China o Corea del Norte se les concede perfecta carta de normalidad. Si se empeñan en repetir la historia por nuestra parte estaríamos orgullosos de defender Berlín hasta la última gota de nuestra sangre para impedir que otro muro sea alzado.
M. Ezquerra Steiner
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