“Epigrama contra Stalin” podría ser considerado
como las dieciséis líneas de una sentencia de muerte
y es, quizás, el más importante poema político
del siglo XX, escrito por uno de sus más
grandes poetas y contra el que fue,
bien podría afirmarse, uno de los más grandes tiranos.
Osip Madelstam fué condenado a un gulag
donde murió en 1938 cerca de Vladivostok.
El poema que le costó la vida a Mandelstam y que
durante años su mujer y amigos retuvieron en la memoria
porque su reproducción podía suponer la muerte,
decía así:
Vivimos sin sentir el país a nuestros pies,
nuestras palabras no se escuchan a diez pasos.
La más breve de las pláticasgravita, quejosa,
al montañés del Kremlin.
Sus dedos gruesos como gusanos, grasientos,
y sus palabras como pesados martillos, certeras.
Sus bigotes de cucaracha parecen reír y relumbran
las cañas de sus botas.
Entre una chusma de caciques de cuello extrafino
él juega con los favores de estas cuasipersonas.
Uno silba, otro maúlla, aquel gime, el otro llora;
sólo él campea tonante y los tutea.
Como herraduras forja un decreto tras otro:
A uno al bajo vientre, al otro en la frente,
al tercero en la ceja, [al cuarto en el ojo.
Toda ejecución es para él un festejo que alegra
su amplio pecho de oseta.
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